jueves, 22 de marzo de 2012

Madrugada

   Pisó el acelerador a fondo... una recta lengua gris, interminable, se rendía a sus pies cada vez más deprisa. Dividida por líneas blancas, burlonas, marcaba el camino hacia el lugar. Estaba jodida e irremediablemente solo. No había más sonido que el del motor delante suyo, el del viento alrededor suyo, el de la sangre adentro suyo.... El cielo era gris bajo un sol de muerte, la lluvia caía sin mojar el campo, sin gotas caprichosas recorriendo los cristales... llovía. Los ojos firmes, velados, desvelados, rodeados de insomnio, las manos fuertes alrededor del volante... La respiración pausada, el corazón temblando a ritmo de galope por la carretera. La noche traería la luna llena, el día... el día no trajo nada. La aguja ya no marcaba velocidad sino destino, camino por recorrer y vida... o no vida. La senda, caprichosa, desinhibida, lujuriosa... La senda digo, se enroscaba a sí misma en curvas cada vez más cerradas. Frena antes de entrar en ellas, recórrelas firme soportando la fuerza que te expulsa hacia afuera... Justo antes de su fin, acelera a fondo de nuevo, enfila la nueva recta aún más deprisa... Cansado de soñar con hallar la salida del laberinto, perseguido por su cuerpo, mitad hombre, mitad toro... huyendo de todo para no encontrar nada.

   Hoy me he descubierto, mientras me espiaba oculto detrás de las cortinas, leyendo tu horóscopo en el diario. Buscando en las estrellas, en ascendentes, en horas de nacimiento... buscando al fin tu destino... ¿Dónde estás? ¿Dónde caminan tus pies descalzos?, pequeños, manchados, heridos por las piedras que apartamos. ¿Dónde miran tus ojos desde que no los veo? Malditos renglones que me hablan de que hoy serás feliz... ¿Cómo te atreves a ser feliz estando tan lejos? Desagradecida, no recuerdas ya mis noches en vela, mis cafés cargados para no dejarte... ¿Cómo te atreves a ser feliz estando tan lejos? No recuerdas mis miradas, no recuerdas mi olor, no recuerdas mi tacto... O quizá sí lo hagas para reírte a solas. ¿Cómo me atrevo a no ser feliz estando tan solo? ¿Dónde tocan tus manos ahora que no me tocan? ¿Dónde muere tu susurro ahora que no es en mi oído? Tus dedos cubiertos de arena de otras playas, tu piel rozada por el viento de otras calles... ¿Dónde cierras tus ojos ahora que no los veo?

   Vuelo tumbado en una hoja marrón, nervuda, encima de una hoja muerta que me eleva sobre los tejados. Sobre esta maldita ciudad, sucia, fría, vacía... Llena de gatos que no son mis gatos, llena de ropa tendida que no es mi ropa... llena de ti, que no eres mía.












1 comentarios:

Anónimo dijo...

Lo más bonico....por verte sonreir

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