jueves, 5 de julio de 2012

Sombras

Una sombra me persigue. Intento esquivarla por calles estrechas, plazas atestadas y cruces de caminos. He probado a cambiar de casa, de trabajo, he abandonado a mis amigos y también a la gente que odio. He cambiado de nombre, de aspecto... he volado miles de kilómetros... he conducido unos cientos. Una vez me asaltó el alivio de haberla perdido, y se sentó a mi lado en el andén mientras esperaba... otra vez me sentí solo en casa y ella me observaba dentro de un armario. Una sombra me persigue... ¿cómo esconderse cuando llega la noche y las luces se apagan?

Desconozco sus intenciones. No me habla. Solamente me mira. Le he gritado que se marche y no ha dejado de mirarme. A veces entra en mi cuerpo a través de la garganta y se tumba dentro de mi estómago. Durante horas me retuerce las entrañas y la oigo reír. Cuando me abandona, más tarde, sigue riendo. No tiene forma... en realidad sí la tiene, pero no siempre es la misma. A veces aparece como un yo oscuro que se arrastra por el suelo. Otras toma una forma de sobra conocida, de anhelo y nostalgia, de momento vivido. La forma de un cuerpo, de unas manos acariciadas... En los días grises sujeta mi hombro bajo la lluvia, cuando el sol entra por la ventana al alba, está tumbada en mi cama. Desconozco sus intenciones. No me habla. Sólamente me mira.

No dejo de huir... Una sombra me persigue... ¿cómo esconderse cuando llega la noche y las luces se apagan?

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