martes, 17 de septiembre de 2013

Cinco sueños

  Te he soñado cinco veces. Cinco destellos después de cerrar los ojos. Siempre apareces en mis sueños vestida como el primer día que te vi. Sé que me hablas porque recuerdo tu voz al despertar, pero no recuerdo tus palabras. Sólo permanecen tus ojos y tu pelo... y tu ropa, la misma que vestías el primer día que te vi. Poco a poco te vas alejando de mi mente. A veces me siento con los ojos cerrados desenterrando tu sonrisa, el modo en que fruncías los labios cada vez que algo te disgustaba, cómo se curvaban cuando yo lo ganaba descubriendo una palabra ingeniosa. Recuerdo cómo tu mirada se desviaba hacia la izquierda cada vez que me hablabas de tu pasado, y cómo giraba hacia la derecha cada vez que perseguías una palabra... porque también tú las perseguías, igual que yo. Incluso en algún momento consigo que vuelvas a fijar tus ojos en los míos, como aquella mañana. Tú también disfrutabas de aquellos instantes, tú también los sentías porque nadie podría dejar de sentirlos. Pero poco a poco te vas alejando de mi mente. Cada vez me cuesta más encontrarte fuera de mis sueños. En ellos te veo tal y como eras, te escucho tal y como sonabas... cuando despierto te emborronas, te cubres de una niebla ligera que te desfigura, te alejas, y ya casi no puedo escucharte.

   Te he soñado cinco veces, y en cada uno de esos despertares me he sentido de mil modos. He sentido la tristeza de un niño cuando despierta de un sueño en que conseguía todo lo que deseaba, el dolor de la caída libre que termina en el mundo real, la pena de una imagen que se esfuma. He sentido impaciencia para encarcelarte en mi cabeza antes de que te marcharas, como todos los sueños. He corrido a buscar la llave de una celda para encerrarte. He sentido la alegría de volver a verte, de notar ese nudo en la garganta que me atragantaba cada vez que tú estabas, ése temblor en las manos, tan frágil, que me impedía escribir cualquier palabra, cualquier número. Pero si quieres saber lo que de verdad me queda, lo que permanece después de salir de la ducha y estar ya vestido para el mundo, si de verdad quieres saberlo... siento miedo. Un temor irracional a que sigas aquí dentro, la inquietud del allanamiento de una parte de mí que escapa a mi control... ¿qué haces aquí? Si has decidido marcharte, ¿por qué no te marchas? Casi no hemos tenido tiempo... ¿por qué no te marchas?

0 comentarios:

Publicar un comentario

 
;