domingo, 29 de septiembre de 2013

Blanco

   Anoche soñé que te morías. Alguien que no recuerdo, alguien que no conozco, me comunicaba con ojos grises la noticia. Entre balbuceos me pedía que fuera a ver tu cadáver, y yo, cargado de orgullo y de vacío, asentía con la cabeza. En mitad de un sueño se puede volar al encuentro de un cuerpo frío, y así volé yo en un segundo hasta tu cama. Y estabas vestida de blanco, con los ojos cerrados mirando al techo... y no había nadie más. Yo buscaba la muerte en tu piel, y tu piel estaba pálida pero no estaba muerta. Y me acercaba a sentir tu aliento pero no lo encontraba, se escapaba por algún recodo de tu cuerpo sobre las sábanas. Buscaba calor y miraba por la ventana... una ventana en una habitación sin puerta, de paredes blancas, muy blancas... y se veía un cielo blanco... muy blanco. Llevabas puesta una corona de hojas alrededor de la frente. Yo sonreía porque seguro que bromeabas, pero me acercaba a sentir tu aliento y no lo encontraba. Oí caer el orgullo a un lado y al otro una lágrima... y el vacío se quedaba.

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