En las noches de insomnio resucitas,
me invades desde dentro completamente desnuda.
Siento tus pies descalzos subiendo por mi tripa.
Te sientas en mi garganta, juegas con mi aliento...
me asfixias con tus manos, me estrangulas la vida.
Eres feliz resucitando,
en medio de la oscuridad pisas la tierra quemada,
el desierto calcinado que dejaste en mis entrañas.
Y yo me ahogo en tu piel que es amarga porque no es mía,
y siento náuseas de tus ojos porque ya no me miran.
Y me mareo y grito y te arranco una mentira,
y cae a tus pies amontonada,
porque cada paso en la noche, cada llegada, te descubro.
Visto de falsedad tu cuerpo desnudo,
te escupo las promesas incumplidas... y te odio.
¿Qué ganaste jodiéndome la vida?
¿Qué placer enfermo te causaba la mentira?
Siempre cobarde,
me mirabas desde lejos perdida... y luego...
luego entras en mi cama como si nada,
te atreves a robarme el sueño, me obligas
a verte en cada rincón del techo.
Y yo me siento sobre las sábanas a herirte,
escribo hasta que ya no queda nada,
me vengo de tu imagen y te extraño...
porque te extraño.
Porque ya no importa terminar esto con puntos suspensivos,
porque me conoces, porque ya lo sabes...
porque un mensaje de rencor en una botella es otra cosa,
porque entre líneas se lee mejor,
porque es otoño y espero, porque ya llueve...
Porque lo sabes...
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