Tómalo como una confesión, como un momento de debilidad provocado por el agotamiento en medio de la batalla, un segundo en el que ya el brazo no aguanta el escudo, en que el aire ya no llega a los pulmones, en que el cansancio vence por un instante y no puedo más que rendirme. Anoche soñé que regresabas. Volvía a escuchar tu voz por encima del estruendo de las voces, como si el faro que evitaba que me deshiciese contra las rocas durante la tormenta cobrase vida de nuevo.
Llueve... Al salir de casa me he sentido mejor. Ya sabes que me gustan los días grises... y el chocolate, y tumbarme en el sillón cuando llego del trabajo en la noche cansado, y quedarme dormido en él, arropado con una manta, porque aunque me gusta el otoño no me gusta el frío. Tú sabes muchas cosas. Sabes que vivo prisionero de los días, del tiempo y de la distancia, sabes que no sé quién soy, que cuando me miro al espejo me veo cansado y triste, y que no paro de mirarme al espejo. Sabes también que no duermo, y que no me gusta despertar. Sabes que llevo un cuaderno de notas por si atrapo alguna historia, sólo por si acaso... que me gustan las cartas escritas a mano, con matasellos pero sin acuse de recibo, con el papel doblado por los dedos que las han escrito. También sabes que soy insoportable, y soy obstinado, que siempre tengo la razón aunque no la tenga. Sabes que soy débil, que puedo llorar por casi cualquier cosa cuando estoy a flor de piel, que la luna llena me desnuda. Tú sabes muchas cosas. Sabes que leo cuentos que no sé escribir, que te escucharía al piano toda la vida, que adoro los trenes cuando me llevan a lugares nuevos y, cuando no lo hacen, también me gustan. Que me asusta el agua pero no el vino, que me asusta la soledad pero no la melancolía. Sabes cómo son mis ojos, que me enamoré de los tuyos, que me avergüenzo de mis manos y eso te hace gracia, y también temo a los fantasmas aunque los busco. Conoces mi miedo a las alturas, que no sé leer poesía pero sí escucharla, que te necesito. Que camino por un laberinto, que me dejo llevar cuando siento y no concibo dejar de hacerlo, que odio mi trabajo, que la gente no me gusta excepto unos cuantos, que estoy solo, que te quiero.
Anoche soñé que regresabas. Sólo era un sueño.
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