Ahora que tengo resaca de ti y me voy con cualquiera,
ahora que sigo teniéndote ganas, ahora
que arrancaría tus botones cobrándome la deuda
en monedas de ropa para tenerte desnuda.
Ahora que a veces se me olvida soñarte mientras sueño,
o me quedo despierto fumándole al techo tus piernas abiertas
de humo, de altar entornado,
de callejón con salida de incendios.
Ahora, procuro no dormir más que sujeto a otro pecho.
Aquí, en la misma cama donde creciste conmigo dentro,
donde vestimos el sexo de palabras, de Allen, de Blake...
donde se guarda tu forma, tus costados, mi miedo...
flota la niebla de nuestro sudor
y un negativo que me imprime, a veces, la forma de tus dedos.
Aquí, donde ya no me respiras ni te bebes mi aliento,
abro el armario con los desayunos de vida tostada
que me comía en tu boca y en tus esquinas por la mañana.
Y lo lleno, ahora, de apeaderos desiertos y estaciones en tránsito,
de Roma Termini, de Atocha... del Austerlitz que nunca pisamos.
Y cuando cierro la puerta, ahora, y me vuelvo,
ya no está nuestro templo, ni tu Nestea, ni Heinz, ni velas, ni incienso...
sólo tus ruinas, las mías, y un puñado de analgésicos...
ibuprofeno en vena contra el dolor reflejo
de no encontrarte entre otros muslos, de que me joda echarte de menos.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
0 comentarios:
Publicar un comentario