
Lógicamente no existe ningún remitente que asuma la responsabilidad. Abre el cajón de los cuchillos y usa uno de ellos para romper la bolsa de plástico. En su interior encuentra una caja de regalo negra, envuelta por un lazo escarlata. No es demasiado grande, algo más que un libro de bolsillo. Sobre la tapa, sujeta bajo la cinta roja que evita que se abra, asoma un pequeño sobre color hueso. Uno de esos sobres rugosos que siempre le ha encantado sentir en las manos... Dentro de él, una tarjeta del mismo color, con una sola frase escrita a mano en tinta negra... "No podemos encadenar nuestra inspiración, pero podemos guardar sus huellas...". No reconoce la letra, pero un latido más fuerte le hace sentir calor. Con la caja en las manos, llega hasta su sillón. La pantalla hace rato que fundió en negro, asesinando temporalmente las palabras que se amontonaban en ella. Aparta el teclado para dejar sitio a su misterioso regalo. Con delicadeza, deshace el lazo que sujeta la tapa, y se detiene a grabar el momento. Existe un enorme placer en retardar unos segundos el descubrimiento de un misterio... sobre todo cuando ese misterio merecerá ser recordado. Cuando se decide a levantar la tapa, sus manos tiemblan ligeramente... En el interior, tumbada sobre una libreta de notas con cubiertas de piel marrón, descansa una pluma negra y granate, con adornos en dorado envejecido. Una agradable sensación de calidez y de cariño le obligan a cerrar los ojos con una sonrisa. Tras unas cuantas respiraciones profundas se decide a abrirlos y deshacer el cuadro... sostiene entre sus manos la pluma, la recorre con sus dedos, la estudia... Retira la goma que cierra las tapas de cuero de la libreta, y ante él aparecen mil páginas en blanco... pero hay sólo una, la última de ellas, que contiene algo más. Justo en una esquina, con la misma tinta negra que escribió la nota, con la misma caligrafía que la dibujó, una serie de nueve números esperan. Alarga la mano para alcanzar el viejo teléfono de rueda que hay sobre la mesa y, uno a uno, va girándolos en el disco... Hay una voz al otro lado.
- ¿Cómo estás, lady?...
- Esperando oír tu voz...
- Espero que no te decepcione...
- No podría... ¿Qué haces?...
- Escribo... Está lloviendo....
- ¿Compartimos la tormenta?...
- Deja que coja mi abrigo...
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