haciendo inventario,
con dos dedos en el cuello midiendo el pulso,
¿has tenido alguna?
evaluando el síndrome de abstinencia,
como si pudieras pesar la nostalgia del tacto
y medir la distancia
en centímetros de ventrículo contraído.
como si la velocidad de la sangre
calibrase la necesidad
o el olvido.
me dan miedo esas tardes
en que no sé qué escribirte y no soy un ser social si no de páginas,
porque tengo las manos ciegas
y no te veo.
pero
a veces derribas la puerta
cuando voy camino de la cocina a vendarme con cerveza,
y se activan los ojos,
y las dudas se las queda el cenicero,
y un techo de menos nos deja el cielo abierto.
y empiezas a dibujarte en papel
como si fueras de tinta.
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