sábado, 9 de agosto de 2014

Una tarde de mierda

Érase un doctor cum laude en espirales de preguntas 
con tendencia al descosido,
y también un hilo deshilado de respuestas que no decir en voz alta,
y hasta una silla de ruedas para los sueños al borde de un bordillo,
y al otro lado de la acera
una fiesta de recuerdos de carne alrededor de tu ombligo.

Érase un tipo muy raro escribiendo poemas un sábado con el único objetivo
de sudarse la rabia por los poros de las teclas,
y tomar apuntes piel adentro en el pupitre del fondo de una clase magistral 
de lo que es una tarde de mierda.

De mierda por el vacío, 
la soledad, 
y la consciencia
que a veces te da por curarme induciéndome un coma de ojos marrones,
de pelo suelto,
de un polvo de esos para quedarse.

Pero hoy no. 






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