Y todos esos estúpidos
que nos cuentan que querer es ponerse de rodillas,
que la entrada al otro cuerpo sólo es genital,
feromonal,
y se olvidan de tu mente.
Y dicen que dos han de ser uno solo,
todo a base de caricias,
y rosas,
y cenas con velitas,
convencidos de que no necesitas ser.
Que creen que pensar en ti cada momento no sube también por la entrepierna,
sino por los corazones de tiza en la pared,
y nada más,
y no se acuerdan de follarte las esquinas imperfectas,
las sucias,
las manchadas,
las de los fantasmas que a veces me dejas ver,
y que son las que me excitan.
Todos esos idiotas
que ignoran que dejar de pensarte un instante
no es dejar de amarte con las tripas,
que se olvidan la violencia y fornican perfumado,
que se asustan
del sudor y se esconden
y lloran al primer no.
Todos los del amor dulce que se atragantan al primer trago amargo,
que imaginan tus pies ya platónicos
subiendo la escalera hacia el final,
cuando se te cae la miel,
y a mí más me gustas.
Todos los que usan vendas y tratan de curarte las heridas,
sin saber que vives ahí dentro,
que más les vale entornar una rendija y asomarse a ratos a mirar.
Que puedes sonreírme de veras
y también dejarme ver la carne abierta,
que no necesitas la amnesia.
Todos ellos deberían inmolarse
con una hoguera a sus pies
de libros de cenicienta.
A mí no te me escondas.
A ellos que les jodan.
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2 comentarios:
Brutal. Gracias por esto.
Gracias a ti por hacerme creer que las palabras sirven... y, claro, por leer.
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