viernes, 1 de agosto de 2014

LX

Ahora lo sé,
es la misma necesidad la que mueve mis dedos cuando escriben 
que la que les lleva a buscar tu piel cuando estás cerca. 
Es ese mismo impulso de colgarse de una hebra de tiempo, 
de ser eterno, 
de quedarse, 
el que me ata a las palabras y a ti.  
Y os une y os mezcla en un ataque de vanidad, 
os desfigura y os reconstruye, 
y disimula mi temblor de piernas cruzando el cañón sobre la cuerda, 
con los brazos en cruz, 
sin red, 
con el vértigo crónico de tenerte a escondidas sobre el papel.

Y es ese ataque de egoísmo a arcadas el que detiene la guerra,
levantando actas a pie de frente,
redactando un listado de bajas con el mismo nombre,
desnudándote desnuda ya.
Son estos dedos que te quitan la ropa
los que suspenden los quince asaltos de mí contra el espejo
cada velada,
los que firman la tregua con las preguntas
justo antes de follarte.

No puedo decir que me arrepienta. 


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