Estás en todas las cervezas que bebo,
en el hielo que se deshace en cada copa,
en cada boca, en cada piel, en cada uña.
Vives en otros cuerpos... pero te veo.
En cada encuentro me enseñas una parte.
Anoche me entregaste el hombro izquierdo.
Ebria de palabras, de deseo,
de Waits, de Dylan, de madrugada...
de guitarras mudas dentro de tu invierno.
Anteayer tuviste otro nombre,
y en la ducha, por la mañana,
me regalaste tus pupilas y tu pecho.
Jugaste con el vacío de un anillo de piel blanca...
con la mitad que te faltaba... un recuerdo.
Te recompongo a pedazos que vas olvidando,
que abandonas en mi cama desde que te has partido.
Me invento trampas para conseguirte,
las oculto bajo el asfalto, las cubro con las aceras que vas pisando.
Y, cuando te marchas,
me duermo bajo las sábanas que siguen oliendo a ti,
te uno con las costuras del hilo que sigo guardando bajo la almohada.
Tratas de esconderte, lo intentas,
pero estás en cada corazón que me bebo,
en cada cuerpo sin ropa, en cada gota de sudor,
en cada sexo que late, que grita...
en cada costado de alma que me mira...
Eres mía a pedazos que voy cortando,
te arranco de cualquiera...
te robo sin más juicio ni condena.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
0 comentarios:
Publicar un comentario