jueves, 7 de noviembre de 2013

Que no vale nada

Quiero una casa con tu olor.
A tu cuerpo,
a tu piel, 
a ti.
Una habitación al final de la escalera,
sábanas blancas y negras
que apenas te cubran…
que no te cubran.
Una ventana para espiarte,
un espejo para mirarte desnuda. 
Un suelo para que camines
siempre descalza.
Quiero usar tu champú y tus piernas. 
Volver del trabajo y no encontrarte,
sólo oler el vacío que dejas.

Cada noche sentarme a escribir,
sin rima, y entonces
rimarte el pecho y el alma en este colchón,
hasta la madrugada, hasta que te duela…
cuando vuelvas.
Quiero escapar de las calles mojadas,
del olor a rancio de esta ciudad vieja,
que es mía.
Subirme a ti desde abajo, treparte mientras duermes
y tenerte, y romperme dentro de ti,
y beber tequila en tu cuerpo
porque la sal la pone tu piel. 
Que leas dentro de mí, en una caja cerrada
con una llave perdida que te regalo.

Quiero una casa con tu olor,
para que así no te vayas cuando te vayas. 
Vestirme de ti en mi armario
y volver a buscarte,
y encontrarte y que me encuentres.
Ése es el precio,
tu cuerpo, tu alma, 
y a veces tu sueño.
Un pacto insomne de sudor, respiración acelerada
y palabras. 
Una sentencia de crimen prescrito
que para otros no vale nada.

...








0 comentarios:

Publicar un comentario

 
;