Una batalla nueva cada noche,
una guerra contra la cama desecha,
una gata de ojos azules,
el lado en blanco del papel...
y allá,
en el flanco izquierdo,
tú.
Probablemente pensando
que sólo quiero bajarte las bragas...
sí,
quiero.
Pero también bajarte la piel,
y asomarme por una rendija de carne
a contemplar las vísceras reales,
el calor,
y cómo se mueve tu sangre allá dentro.
Saber por qué lates,
de qué son las bocanadas de aire que respiras,
de qué te alimentas para seguir viva.
Si te parece demasiado pornográfico
no me sirves.
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