lunes, 3 de marzo de 2014

XI

Es la noche.
No me jodas hablándome de escudos y armaduras para defenderte del dolor inútil,
no me cuentes que todos tenemos una,
que nos la vestimos al despertar y nos la desnudamos tras el polvo de antes de dormir.]
Entérate, no existe el dolor inútil.
Si quieres venir conmigo tiene que dolerte,
tienes que morirte de miedo porque pueda hacerte pedazos,
sentir la angustia de que pueda reírme y ensañarme con la piel de tus cicatrices...
sentir vergüenza.
 
No me hables de cárceles donde te escondes,
pobre animal herido, muriéndote de sed.
Esta noche quiero verte desnuda de piel y huesos, desenterrar tus muertos,
que haya sangre y tripas fuera...
hacerte daño.
Es el único modo de que puedas venir conmigo.
Vístete de otra cuando salgas de mi cama,
protégete de las calles de la ciudad que pisas,
del tipo en el metro que busca con la mirada un gramo de piel bajo tu falda,
de la zorra que en clase te mira de reojo y susurra,
del portero de la oficina que nunca recuerda tu nombre,
de tus padres... defiéndete de ellos.
No te atrevas a hacerlo conmigo.
Es el precio del billete de mis noches.
Es el precio que yo pago.

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