viernes, 7 de marzo de 2014

Página 2

Esta maldita costumbre de acercarme a los heridos,
esta... estúpida búsqueda de lamer heridas que no son mías,
de curarme en el el dolor ajeno.
Este vendaje para tu costado
que me inventé sobre la marcha porque te desangrabas,
ya no me sirve.
No quiero saber si estás curada.

Mi enfermedad se iba cuando entrabas.
Las mejores piernas, la cerveza más rubia,
los pies de uñas pintadas del color más negro...
destrozada...
mi chica gris con la piel más blanca.
Yo iba a curarme dentro de tu boca
de mi dolor crónico ante las puertas cerradas,
de este cáncer de nostalgia a todo,
de la ansiedad, de las palabras...
usando el pañuelo rojo de tu pelo
para atarte las muñecas a la cama.

Te poseía entera y rota, te follaba,
te recomponía a empujones de rabia por la mañana.
Yo iba a curarme dentro de ti
abriendo juntos a Blake sin entenderlo,
entre papel, entre palabras,
entre sudor de sexo húmedo de lágrimas...
gastados los dos, atropellados.
Mi estúpida atracción por los jirones de alma
se me ha acercado en el andén de Tirso.
No sonrías esta noche... no me lo hagas.




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