Escribo como excusa,
como coartada para no perderme tus noches,
como un rapto mitológico de tu cuerpo y de ti,
como la venda de un hospital de campaña.
Ésa es la verdad.
A veces
con la rabia de un Peter Pan despechado
sin poder volar,
a veces fotografías sin retoques,
a veces
simplemente tristeza,
o vacío,
o pulmones encogidos de polución.
A veces soy un becario en la redacción
cobrando por palabras su desahogo,
un vagabundo,
un violador,
un soldado abatido durante la rendición.
Pero otras eres mía,
siento tu pulso en las aceras
perdida por la ciudad necesitando mi olor,
mi boca.
Otras te desnudo mientras te das cuenta
y separas las piernas
y los labios
tumbada en tu colchón... y tiemblas.
Te poseo con renglones de arrogancia
y me guardo lo mejor,
te tiento
con imágenes contadas
con cuentos de hadas de callejón,
y no corrijo.
Te regalo el alma en bruto,
sucia de honestidad,
manchada de esperma,
con la tripa revuelta de esta enfermedad curable
a píldoras de olvido
o de guerra.
Escribo como coartada para no perderme tus noches,
ésa
es la verdad.
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