jueves, 3 de julio de 2014

La muerte de la objetividad letrada

Esta noche me he dejado el abogado en casa,
esta noche
no habrá negociación, 
ni enmiendas, 
ni valores,
ni objetividad en los porcentajes de la presión que sufrirá el nudo 
con el que pienso atarte a la cama.

Esta noche dormirás conmigo en la celda
y si al amanecer hay ejecución, 
será la de tu pasado y el mío,
la de los filtros del café de la mañana, 
la del silencio de madrugada guillotinado a polvos sin redención 
ni última llamada.

No me hablarás de contratos preventivos de dolor,
no voy a dejarte,
sólo entiendo de cuidados paliativos.
Compartiremos custodia de sexos,
te dejaré libre sólo la parte no estipulada de alma
que necesitarás para regresar
después de marcharte.

Podríamos vivir en prisión
o en nuestra unidad de vigilancia intensiva del deseo.

Podríamos,
                simplemente,
                                probar a querernos sin cláusulas de rescisión.






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