martes, 1 de julio de 2014

La verdad (sin) a la cara

Puede que conozcas la sensación, es la misma que cuando caes al vacío mientras sueñas. Lo que te rodea es conocido, tu mente lo ha creado a partir de todo lo que has visto o has llegado a imaginar con la fuerza suficiente, pero tiene ese aire de irrealidad de las viñetas de un cómic. De repente todas las leyes físicas son salvables, a veces puedes volar como si la gravedad no existiese, otras intentas correr sin apenas avanzar, como si el aire que te rodea fuese infinitamente denso.

Y existen pequeños detalles que a veces pasan desapercibidos, pero que lo varían todo. Una puerta de un color diferente, una esquina de la calle que al doblarla te lleva a un lugar equivocado, un objeto que no debería estar allí. Incluso hay momentos en los que eres consciente de que algo falla, y empiezas a ponerte nervioso, a asustarte de veras, y de pronto el mundo a tu alrededor cambia a cada segundo que pasa, como si el director de escena se hubiese vuelto loco y ordenase sustituir el decorado en cada parpadeo.

Otras veces sientes que puedes hacer cualquier cosa que te propongas, como subirte a un tren en marcha, o pilotar un avión, o saltar de una azotea a otra en busca de cualquier tesoro. Los tesoros mientras duermes se vuelven insignificantes cuando despiertas, siempre me he preguntado qué cantidad de secretos nos roba esto que llamamos real... ahora sé que los tienes todos guardados en tus muñecas.

Puede que conozcas la sensación.

Desde que apareciste es como estar dentro de un maldito sueño.


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