sábado, 19 de abril de 2014

Cosas que pasan mientras tiendo

A lo largo de mi vida me he escondido muchas veces, llevaba a la espalda un caparazón soldado de piezas de tristeza junto con algunos sueños, y cuando algo me dolía me escondía como un animal acosado. Lo que ignoraba es que cuando pones una al lado de los otros, se los come. Y las calles, los edificios, todo se vuelve irreal. A veces tenía la sensación de que salía de mi cuerpo y me observaba en un plano cenital en cualquier parte, dentro de casa, en el trabajo, tomando una cerveza...

Cuando tendía la ropa esta mañana he notado que goteaban partes de mi historia. He visto caer días concretos igual que antes me veía a mí mismo en aquellos momentos mientras flotaba. Habría sido un repaso interesante a todos esos lugares en los que he estado, y tú me has recordado siempre que te contaba que la vida se me va encerrado en esta estúpida ciudad. Ha podido ser una terapia de choque frontal, de conductor suicida, contra un muro de pasado. Ha podido ser una clase magistral de la persona que soy cuando tú no estabas, de que la puta vida sigue pase lo que pase, y de que, al fin y al cabo, tengo que comérmela solo.

Ha podido ser todas esas cosas si no me hubiese empeñado en alargar la mano cuando he visto caer la gota del siete de agosto. Sí, ya lo sabes, siempre he sido bueno con algunas fechas. Al verla balancearse insegura sobre la manga izquierda de una camiseta negra de friki confeso, he sentido un ataque de ansiedad porque no cayeras. He intentado sujetar aquel miércoles en la palma de la mano, lo juro, y se ha roto sobre mi piel, llevándose el desayuno de preguntas saladas con leche y cereales que tomé aquella mañana. Se ha llevado tus piernas cruzadas, tus shorts vaqueros sobre el sillón, los dedos de tus pies y los de tus manos. Se ha llevado esa forma de ver la vida, menos puta por más sincera, con la que me dio por empezar a mirarla cuando me quedé a solas con tus ojos.

Y he tenido que desnudarme y darme la vuelta a la piel, y sacar las tripas fuera y hurgarme por dentro, para asegurarme de que aún quedabas... para no cruzar las puertas de mi madriguera. Y te he encontrado escondida preguntándome qué pasa y no he sabido qué responderte. Lo que pasa es tu voz y tu pelo, lo que pasa eres tú que has pasado, lo que pasa es que te rompes en las gotas perfumadas de mi ropa recién lavada, en lugar de hacerlo follando conmigo.

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