Mi forma de estudiarme al espejo después de la ducha
para asegurarme de que sigo sucio de ti.
Una mente que se empeña en colocar tu voz en secreto
brotando de orgasmos ajenos.
Una tormenta de verano en abril y nosotros sin paraguas.
Esta excavación arqueológica en el pecho,
desenterrando vasijas con los restos de tu cuerpo.
Una página en blanco en medio de la historia en manos revisionistas.
Un tubo de ensayo con mi semen congelado junto a tu ombligo.
El corazón de Schrödinger vivo y muerto dentro de mi caja
y yo sin querer mirarlo.
Tus
pies
bajando
la
escalera.
Mi alma en cuarentena
desinfectándose con cuarenta cervezas y cuarenta discos de Dylan.
Y esta soledad tumbada sobre un colchón vacío
mientras le haces la autopsia armada con una lista de consecuencias.
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