jueves, 3 de abril de 2014

La misma urgencia

La primera vez pensé
que se me rompería entre los dedos,
no tenía un mapa de caderas tan estrechas.
Fuimos película de estreno,
versión virginal de la utopía,
y yo fijaba el cartel sobre su espalda
cada noche
en sesión de madrugada.

Por entonces yo quería ser Miguel Hernández
y sentir más tu muerte que mi vida,
pero las palabras no aparecían.
Ella se había perdido por la facultad,
en filosofía,
arquetipo de agnosia y autarquía
se había quedado en la primera letra
del manual que quiso leer aquella tarde.

La verdad resucitó de entre los muertos
cuando la vi tumbada y dormida
en aquel ático de malasaña que compartía.
Se me rompió al final, no entre los dedos,
si no entre urgencia por comer vida.
La misma que me aleja de todos, la misma
que me hierve todavía y me obliga
a echarla de menos...


0 comentarios:

Publicar un comentario

 
;