Estoy cansado de buscar palabras.
Hoy es el día 264 desde que apareciste
y tengo el estómago vacío.
Sí,
los he contado,
como un idiota he cogido una calculadora y un calendario,
esta noche,
hace un rato.
Si quieres saber la razón...
no tengo ni puta idea.
O quizá sí...
quizá sea porque me canso de buscar palabras con el estómago vacío
y tenía ganas de saber cuánto tiempo llevo haciéndolo.
Tengo hambre de ti, ¿sabes?
Te echo de menos.
Cuando me despierto por la mañana
me pregunto si habrás leído algo de lo que ato aquí con mechones de tu pelo.
Quiero derribar el muro que has levantado
a golpes con un ariete de letras que ni siquiera sé construir,
ninguna es suficiente,
es como no saber abrir la compuerta de una presa...
Olvida lo del muro y los mechones de tu pelo,
¿lo ves?,
no me salen las metáforas.
Y mientras tanto me muero por ponerte colorada.
Cuando pienso en ti me salen piernas,
ojos, culos, coños,
pedazos de ti que no te suman...
una vez lo entendiste,
como lo de las lunas y el laberinto de Chartres.
Te lo diré claramente...
¿qué coño tengo que hacer para que vengas conmigo?
Quizá si fuera el puto Christian Bale lo tendría más fácil,
si supiera al menos que piensas en mí de vez en cuando
conseguiría tu dirección
para plantarme bajo tu ventana,
me bajaría de este pedestal de dignidad
que me sujeta los dedos para no marcar tu número.
Dame una maldita señal,
dime que quieres que te prometa amor eterno,
que quieres que finja que son sólo un par de polvos,
dime lo que sea que te convenza.
Yo te contestaré a todo que sí porque no sé lo que es esto...
no es más que hambre de ti,
entera,
con pestañas, miedos, pasado, tetas, lágrimas,
piel con cicatriz y sin coraza,
es follar contigo hasta cuando no follamos.
Eres tú,
punto.
Y sería la hostia que vinieras conmigo.
Ya son las dos de la mañana...
cómo me cuesta dormir con el estómago vacío.
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