sábado, 12 de abril de 2014

Tu fin justifica mis medios

Aún tenemos una oportunidad, aún puedo seguir haciéndotelo hasta que me sangren los dedos. Todavía tengo el poder de atraparte en este fondo blanco y arrancarte de las calles de ahí afuera... un rapto postmeditado y oculto entre líneas para corregir la historia, enderezarla, guiarla por el camino paralelo al que has elegido, por ése en el que nos tocamos.

Voy a vivir a ratos entre unas cuantas palabras en las que serán ejecutadas el no y la distancia. Y tú ni siquiera vas a darte cuenta, no recibirás mensajes con esa máscara que esconde mi indecente necesidad de respirarte, no vas a verme ni a escucharme.

De vez en cuando voy a hacerte daño, aquí, entre márgenes, entre cuatro fronteras a tiralíneas fuera de las cuales, como en aquella lista de la peli de los judíos que vi en Granada, se extiende el abismo. Porque así es la vida, aprendiz, episodios sin publicidad en los que a ratos nos joden y a ratos jodemos, y de vez en cuando me tocará joderte.

Pero prometo respetar lo que eres, siempre te he preferido así, con tu absurda manera de alejarte y tu puñetera facilidad para desnudarme... y con esa insensata querencia al temor a algo, que todavía no entiendo.

Y aquí, en este desierto blanco en el que yo mando, voy a atarte a la cama para follarte sin protección ni anticonceptivos mentales contra el esperma de palabras que te inunde de lo que podría suceder... por si concibes algo. Aquí, la erección mejora con el alcohol y en determinadas noches puedo llegar al multiorgasmo. Aquí, delante de todos, un vulgar exhibicionista sin gabardina.

Aún tenemos una oportunidad, será una historia bonita que durará un tiempo, luego me pondré triste de tanto sudar tu ausencia y me buscaré un cuerpo que se estremezca y que me diga al oído lo que tú andas diciendo por ahí.


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