jueves, 15 de mayo de 2014

Ahora que mis musas beben mahou

Ahora que mis musas beben mahou y la gata muerde ratones de trapo sobre la almohada, es hora de confesarlo todo aunque ya lo sepas.

Hoy he descubierto que la distancia no es la salida de emergencia de la rutina, que el mar en medio no te salva, que empezar de cero no te cura... con todas las comillas y las escalas de grises que esta noche vamos a dejar fuera.

Al mismo tiempo he notado que mis días son la sala de espera de urgencias, y como una vez dejé de ser un paciente de los callados, como tengo un asalto diario hace años contra el disimulo, como el juramento hipocrático te obliga, me apetece dejar aquí mi queja junto a un par de secretos a voces que paso a relatar... Dos puntos.

Uno.- Ya no me sale Madrid sin pensarte.

Dos.- Nunca encuentro la primera palabra cuando te vuelvo a ver, y por eso se me pone esa cara de gilipollas.

Tres.- Cuando te miro a los ojos me apetece desnudarlos, cuando te miro al resto sin que te des cuenta me apetece desnudarte.

Y la verdad es que no encuentro otra manera de no rendirme que la de mezclarte con palabras que, cuando se refieren a ti, significan otra cosa. 

Y... 
joder, casi siempre se refieren a ti. 

Espero que me perdones si no me olvido de mi queja prometida... 
Si vas a tenerme sentado en esta sala de espera lo suficiente como para necesitar reanimación, al menos ten la indecencia de hacerme el boca a boca.












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