jueves, 22 de mayo de 2014

Nada más

La vomitona verbal que me provocas cada noche,
no tener otra bolsa que este sitio
ni pastillas contra el mareo.

Las preguntas,
       las preguntas,
            las demás preguntas.

Esa forma de titubear insegura
cuando piensas que voy a perderte el respeto.

Saber que voy a hacerlo.

Tu manía de no tener todas las respuestas,
la de crujir los dedos de las manos que siempre me ha sacado de quicio,
la de esconderte a veces.

Mi necesidad de consumirte en mi cama,
de follarte.

Tus dudas.

Tus miedos.

Esa forma de entornar los ojos cuando sonríes,
los sueños pornomentales que me provoca,
el despertar después sólo con dos opciones,
masturbación o ducha fría.

El ataque de nervios previo a tus barreras,
mi bendita costumbre de desnudarme aunque te joda,
la sospecha de que no te jode.

Perseo con la cabeza de Medusa,
el tranvía número 28
y todo lo demás que te tengo reservado.

Mi derecho adquirido a la esclavitud por estaciones,
tu voz,
tu pelo,
tus piernas,
todas esas cosas que me hacen la vida más difícil
y que no cambio por nada.












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