La mayoría del tiempo es sólo eso.
Un simple rumor con el que a veces me cruzo.
Una ráfaga fría de vacío cabrón que deletrea tu nombre.
Hace tanto que no te veo que cuando intento pensarte
te me apareces dentro de una niebla de líneas borrosas...
yo lo llamo miopía del olvido...
puta deformación profesional.
Supongo que he intentado salvarte en las imágenes nítidas que aún me quedan,
tu pierna derecha...
tus pies descalzos...
tus ojos al biomicroscopio...
la curva de tus caderas treinta grados por detrás.
Imagino que he retocado el resto de tus partes
para colocarte en la portada de la revista que articula mis fracasos.
Que no eres así,
ni tan lista,
ni tan guapa,
ni tan jodidamente especial.
No sé si lo sabes,
hay quien se gana la vida aclarándote estas cosas a cincuenta euros la hora,
pero contigo me he escapado del diván,
he quemado tus fotografías,
la realidad en llamas para mantenerte irreal,
tiempo aprovechado en esconderte dentro de este pedacito de mente enferma
que alterna entre tu ropa y tú desnuda.
Todo porque me gusta cómo eres cuando te recuerdo,
lo jodido es que me gustabas más cuando eras de verdad...
cuando bromeabas con mis puntos suspensivos
sin saber que lo que tengo es miedo al final.
La mayoría del tiempo es sólo eso.
Un simple rumor con el que a veces me cruzo.
La minoría,
si me permites,
no te la contaré...
o te haré una lista de las cosas que me debes
y que pienso haberme cobrado antes de que esto acabe,
cuando vuelva Madrid del revés,
si es que tiene que acabar.
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