Yo que siempre le tuve miedo al mar, ahora te tengo miedo a ti.
No hago pie en tus certezas,
y cuando intento nadarte a solas en un bar
me arrastran tus corrientes cálidas de norte a sur bajo la mesa.
Y si al llegar a tu cama
me da por sumergirme un poco más abajo de tu ombligo,
a pulmón,
a tumba abierta,
entre tus muslos voy y me dejo el control, el orgullo y la vergüenza.
Ya hace tiempo que debí ahogarme,
soy el puto capitán Nemo sin Nautilus, con nombre de nadie,
flotando siempre a expensas de lo que decidas hacer con mi naufragio.
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