y la fiebre aumenta,
y empiezo a sudar,
y el cielo se hace gris por el este.
a partir de 39 y medio comienzan las alucinaciones,
como siempre,
y nos veo,
cada uno en una esquina del puerto,
conscientes de cada metro que nos separa.
tú acumulas miedos en una balsa
sin atreverte a zarpar,
no quieres mirarme
por si los ojos.
yo cargo esta sed carnívora sobre la espalda
que me arquea la espina dorsal,
que me obliga a intentar descifrar
el código de acceso a tus cámaras selladas.
y ya estoy casi en 40,
a 36 minutos del martes,
y lo único que hago es tumbarte desnuda sobre la mesa,
y comerte las dudas,
y arrojarte al vacío para que lo entiendas.
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