lunes, 9 de junio de 2014

Prólogo sin firmar

¿Qué pasa con las historias que nunca se escriben?

¿Dónde van?

Envejecen encerradas entre todo lo que no empieza,
forman nubes grises de oportunidad.

Yo puedo capturarlas,
darles forma, amasarlas y hornearlas para obtener pan.
Son mi único alimento.

Puedo hacerlo para ti.

Puedo escribirte un viaje sin excusas,
sin endulzar,
con días en que me odies y te vistas las ganas de quedarte,
con billetes tren,
confesiones,
con clítoris,
con ningún paraguas...

Con heridas que se cierran sentados en un bar.

Podríamos cruzar a nado dos pronombres tú y yo.

Calentarnos los inviernos echando al fuego tus miedos,
enterrar los míos en cualquier altar
que fabriquemos a golpes de colchón y metáforas.

Podríamos manchar el mundo,
detenerlo,
y si te quieres bajar
yo piso el freno del hambre.

Podríamos ser un instante
o la maldita eternidad.

Firmar el prólogo.

Seguir adelante.

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