En ese tablero de archivo de guerras concluidas, como en un campo de batalla sin reglas, se esparcen multitud de cadáveres de instantes, de superficies de papel y cartón, envueltas en ese halo borroso que rodea a todo lo que significa algo de lo que no estamos muy seguros.
No suelo prestarle demasiada atención, al fin y al cabo va a estar ahí siempre, ¿o no? Pero esta tarde me ha dado por leerlo un rato. Llamadlo exceso de calor, de silencio, aburrimiento, miedo a cerrar los ojos por si me quedo dormido...
Hay varias postales de cuadros de Hopper en todo su esplendor mirón y sus rojos omnipresentes y, justo al lado, la entrada del Thyssen de la exposición correspondiente... vale, lo sé, ha quedado muy erudito, intelectual y todas esas mierdas, yo tampoco lo soporto, pero coño, ese tipo me gusta y me la suda lo que penséis.
También hay una postal del Patio de los Leones tal y como estaba la primera vez que lo vi consciente de lo que veía, junto a otra en díptico del dibujo de una basílica en Ravenna. Hay momentos y lugares que merece la pena guardar tal como eran. Una tarjeta de transporte de Londres, un par de entradas para el piso 81, creo recordar, del Empire State, la factura de un hotel en Roma llamado Pirámide, la tarjeta con la cita para el último tatuaje, y una entrada de cartón para subir al vértigo y al terror de la cúpula de la catedral de Florencia.
Colgado además, hay un sobre de azúcar de una cafetería en Verona, al lado de la Arena, con unos versos escritos y firmados por una tal Simonetta. Entre medias, amenazas de excomunión a todos aquellos que me roben un libro, y unos cuantos folios mecanografiados con relatos que nunca volveré a escribir. También hay una carta tapada, pero sé que está ahí.
Y entre todo ese maremágnum de sentido ambiguo, ya sabéis, destaca una hoja de papel a cuarenta y cinco grados. En ella se resume el fondo de un pozo y su escalada, con dibujos esquemáticos de montañas rusas, palabras recuadradas y rodeadas, y un listado. Modelo Walt Disney, curioso título para mi cardiograma, no podremos decir nunca que la psicología no tiene sentido del humor. Irreal, inalcanzable, frustración, fracaso, autocuidado, libertad... No me negaréis que está trabajado... sin aparentar. Lo jodido es que aún no me lo creo... todo eso de irreal e inalcanzable me suena a concepto de hombre gris, y Walt Disney... pues prefiero a Ende o Dahl, qué queréis que os diga.
En fin, todo esto que estoy contando a cualquiera es una mera excusa, un rodeo, una cortina de humo, llámalo como quieras. Creo que hasta ahora he usado el plural por cortesía. Lo que trato de decir es que a veces me quedo con los cuentos, y que esta noche he soñado que si dormía podía detener el tiempo, y tú tenías una hora para asesinar a todos esos tipos grises de bombín y cartera, y liberar todos los segundos robados armada con una flor y una tortuga.
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