y te deja una pared donde apoyarte.
Y te apoyas
con un cigarro encendido
y una cerveza
y palabras,
sujetando Madrid con la espalda.
No sabes dónde estás y no te importa,
y fabricas recuerdos de una tarde desembocando en las aceras,
las estaciones,
los andenes...
en ti desnudo sin quitarte un gramo de ropa.
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